TARAZONA motera
Viajar a un sitio donde ya estuviste en el pasado es algo realmente extraño. Cada paso te recuerda al que ya distes y es en momentos como ese cuando te das cuenta de lo rápido que pasa el tiempo. Las calles, los olores, las fachas... Todo sigue igual menos tú. "Todo pasa y todo queda...".
Nuestro viaje empezó el primer día de noviembre. Intentamos despertarnos pronto, pero después de estar toda la noche celebrando la castañada, se nos hizo imposible magrudar. Nuestro destino: Tarazona, una de las ciudades con más encanto del mundo.

Al llegar al mediodía, lo primero que hicimos fue buscar un sitio para comer, y vaya si acertamos. Después de mucho pensar, me decanté por un menú de lasaña rellena de setas y salmón a la plancha.
Después de reponer fuerzas, nos decidimos a dar una vuelta por el lugar. Lo recorrimos todo, empezando por la Plaza del Ayuntamiento.
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Ayuntamiento y figura del Cipotegato |
Poco a poco fuimos subiendo una de sus muchas cuestas hasta llegar al Barrio Judío. Allí cada casa es única y cada rincón esconde alguna sorpresa: miradores, poesía en las calles, iglesias...
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Iglesia de S. Atilano |
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Palacio Episcopal |
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Casas colgadas de la Judería |
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Catedral de Tarazona |
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Plaza de Toros Vieja
Nos sorprendió encontrarnos con una concentración masiva de moteros por toda Tarazona. Allí montaron un mercado y una exposición de motos increíbles.
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Después de nuestra visita exprés, volvimos a coger el coche dirección a Cascante. Allí visitamos a toda la familia y aproveché para comprar algunas botellas de leche de la que no se encuentra en Barcelona.
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